viernes, 11 de mayo de 2018

Los sueños siempre tienen un sabor Agridulce



La vida es una perra, y la odio.

Pido perdón por esta introducción; pero siempre es una culera, que nos hace creer que alcanzar nuestros sueños se basa en decretitos cursis y un chingo de optimismo.
Naaaaa, cuando crees que tienes algo que quieres, por superfluo e insignificante que sea te va a pasar una factura, que bien podría definirse como la tercera ley de Newton pero aplicada a la vida.

Hoy es un día triste para mi: hace 7 años falleció mi abuela, fué una persona con la que conviví toda mi infancia y mi adolescencia, cuando murió mi abuelo, después de un tiempo en el que me daba miedo entrar a su cuarto, comencé a compartir con ella las tardes y las noches, para que no se sintiera sola, o  tal vez, para que ambas no lo extrañáramos.

Así pasaron muchos años, crecí y por diversos motivos la convivencia se fué distanciando un poco, pero siempre era grato regresar a su casa, dónde me ofrecía una taza de leche en polvo con café o chocolate y galletas Marias o de animalitos para sopear, y era curioso porque cuando era niña, la leche en polvo tenía un sabor tan "aguado" para mi, que realmente no me agradaba, sin embargo al crecer, ese sabor se transformó en nostalgia, en el sabor de un lugar en el que siempre me sentía bienvenida al regresar.

En mi alocada adolescencia musical, mi sueño era ir a un concierto, en aquel entonces, que una banda o artista internacional visitara el país podía ser cosa de esperar años; al menos a 4 o 5 horas de viaje y muy peligroso (siendo mujer y joven) tanto asistir como conseguir el permiso al tratarse de eventos nocturnos.

Ahorré mucho tiempo, con la esperanza de que mis bandas favoritas vinieran a México, hasta que un día perdí la esperanza, porque no tenía permiso,  y porqué después de unos años perdí la emocíon.

El ciclo de la vida siguió: me casé, tuve hijos, pasé los 30... y por azares del destino, un mes de octubre, ya tenía los boletos para el concierto de U2, mi esposo, que detesta salir, las aglomeraciones, el ruido y permanecer estático por horas, me dijo que me acompañaría, cosa que me emocionó muchísimo. Los boletos llegarían hasta las últimas semanas de abril o las primera de mayo, el concierto era un 14 de mayo, me moria de los nervios.

Pasaron los meses, y prácticamente me había olvidado del asunto, en marzo fué el cumpleaños de mi abuela y la invité a comer, ya tenia un buen rato que no convivíamos, no conocía el lugar, le pedí a la gerente que nos enseñara las instalaciones, pedimos una cerveza, y cuando entró un trío a amenizar el lugar, una amiga que llegó a saludarnos y yo, hicimos una vaquita para que le cantaran " las mañanitas" y su canción favorita "Perfume de Gardenias", tuvimos que insistirle mucho para que nos cantara, porque no ajustábamos el presupuesto para las 5 de rigor, pero como le comenté que era su cumpleaños, aceptó.

La pasamos bien y después llegó el 10 de mayo, por alguna razón, estaba inquieta y tenía muchas ganas de verla, le pedí a mi papá que nos llevara a visitarla, llegamos y me dijo que no tenía ninguna foto con todos sus nietos, mi sobrino dormía y mi prima lo cuidaba, asi que la foto de la familia no salió completa, solamente mi papá, mis hijos y mi abuela, yo tomé la foto, así que ya no salí con ella.

Es curioso como uno presiente las cosas, cuando mi mamá le dió su regalo de 10 de mayo, suspiró, lo miró detenidamente con tristeza y dijo: "no me gusta y no me queda". Así que mi mamá quedó en cambiárselo y que regresaríamos a dárselo, cuando nos comenzamos a despedir, le pedí que fuera a desayunar a mi casa al día siguiente, se quedó muy pensativa, como si alguien le hablara al oído y me dijo nuevamente con la mirada triste que no, le pregunté porqué y se volvió a quedar callada y pensativa: "porque no" me dijo, "tengo algo que hacer".

Cuando íbamos a subirnos al coche de mi papá, y despúes de tomarle la última foto que tengo de ella, me abrazó fuerte, cosa que me extraño y me dijo: "te quiero mucho" y yo, estúpidamente, solo pude responder: "nos vemos la próxima semana para que te lleve al cine". Hubiera sido tan fácil devolverle el abrazo y decirle que yo también la quería mucho....

Al otro día, por alguna razón, mi esposo habia salido, eran las 8 y tantos de la mañana, estaba sola en casa y sonó el teléfono, descolgué y escuché una voz desconfigurada, entrecortada y que tartamuedeaba: "hija, eres tú, habla tu tía (vecina de mi abuela), mira, no podemos localizar a ninguno de tus tios ni a tu papá, pero tu abuela está tirada en la puerta de su casa, tiene medio cuerpo en la terraza y no se mueve, un trabajador del terreno de enfrente la vió y no quiso acercarse pero parece que está muerta"...

¿Tienen idea de lo que sentí en ese momento? lo único que se me ocurrió preguntar fué ¿Estás segura?, y le pedí que por favor se cerciorada, porque estaba ahí, sola y tirada y no se podía localizar a nadie, ¿cómo voy a decirle a mis tíos que está muerta, peor aún, a mi papá? tal vez, era un error, "déjame ver a quién localizo" contesté, mientras la respiración me faltaba, y las fuerzas me abandonaban, eso no podía estar pasando, marqué como pude y nadie contestaba, mi papá fué el primero que tomó la llamada, "Mi abuela se cayó" balbucee, "alguien tiene que ir a verla pero nadie contesta" le dije y no imagino cómo manejó para llegar lo antes posible.

Después pude comunicarme con mis tíos, y mi esposo me encontró pálida y catatónica, estaba muy consciente que si hubiera agarrado el volante, me hubiera estrellado en un segundo.

Lo que siguió fueron momentos de negación, de shock, de no estar consciente de lo que estaba sucediendo, de ir y venir, de ver su ataúd mientras mi sobrino de brazos, hacía ssshhhh con sus manitas y nos pedía que nos calláramos porque la abuela estaba durmiendo.

En algún momento recordé que existían los boletos, y que tenía que perderlos o tomarlos, aunque estuviera de duelo, la premura ya no daba para venderlos, al menos no tenía cabeza, y ese mismo día del concierto, un par de horas antes de irnos, estaba pegada a unos cables para que el cardiólogo determinara que solamente tenía una taquicardia provocada por el estrés, aunque en realidad, yo sé, que ese día, mi corazón se rompió, lo sé bien, fué el primer pensamiento que me vino a la mente, cuando cai en la cuenta que mi abuela había muerto y que jamás volvería a verla.

Con todo y corazón roto, mi esposo aguanto el viaje, tomó mi mano, se formó en una cola interminable de gente, depositó su cinturón en un bote de basura, caminó por las rampas del estadio preguntándome si me sentía bien, comió unos tacos sudados horribles y caros, aguantó vara sentado horas en un lugar dónde despúes de que hizo un sol espantoso nos llovió y que además, cuando intenté levantarme, mis pies se habian literalmente adherido al cemento por (quiero pensar) cerveza o refresco. y despúes de mucho tiempo, comenzó el concierto: Snow Patrol abría, en momentos me llegaba la emoción.

Luego vino U2 y la gente explotó, gritó y se volvió loca, y de repente, en un momento como de guión de película, me senté en mi lugar mientras todos estaban de pie y tomé un gran pedazo de aliento, me sentí tan cansada, que no podía ni cantar una de mis canciones favoritas, miré a la multitud en cámara lenta, y sentí cómo la tristeza me aplastaba, en ese momento, mi esposo se percató de lo que sucedía y se sentó a mi lado y me preguntó si me sentía bien, "sólo estoy cansada" le dije. y me incorporé para terminar la noche.

Miro la playera que compre de recuerdo, representa dos cosas opuestas: el anhelo de juventud y la tristeza de la pérdida; decidí dejar de usarla, porque si se rompe, siento que el recuerdo de mi abuela está plasmado ahí.

Cumplir ese sueño tuvo un sabor agridulce, lo único que me demostró, es que las cosas se vuelven superfluas y sin importancia, ese anhelo fué aplastado cual mosquito, intrascendente ante a pérdida de un ser amado.

Bien dicen que la vida es perra y le encanta hacerte llorar. 

lunes, 7 de mayo de 2018

A casi 8 meses del sismo, ¿Somos Aferrados?



El día comienza con varios contratiempos telefónicos, al fin pude reunirme con Itzel, la chica que realizó la colecta de juguetes para los niños de esta comunidad; ella estuvo laborando varios meses en la fundación "Juconi", que apoyaba a los  niños en situaciones vulnerables por el temblor, su trabajo consistió en mantenerlos apartados de la problemática de los adultos, mientras el 80% del pueblo se encontraba en ruinas por el temblor del 19 de septiembre de 2017.

Así que iba a conocer por primera vez, el famoso Xochiteopan, dónde varios de mis conocidos habían ido a ofrecer ayuda, dónde en enero también se llevaron juguetes de reyes con la aportación de extranjeros y mexicanos, dónde tenía la curiosidad de conocer la iglesia que me mostraba la web como un caso perdido, un monumento que al pasar de los meses resiste hasta donde puede el clima y al cual el apego del pueblo ha llevado a traer a 4 arquitectos porque es imposible que el pueblo permita que sea demolida.

Iniciamos el viaje en "Doris", un carrito azul 2002 al que le suena la cajuela de manera peculiar, y al que el asiento del copiloto se le estira a su máximo, indicando que el acompañante usual es mucho más grande que yo.

Tomamos la desviación por el camino de siempre hacia Axocopan - Coyula y Tochimilco, después de este punto, el paisaje comienza a tomar otras características, la tierra se vuelve árida, el clima más cálido, las piedras parecen tiradas como al descuido en el paisaje, muchas golondrinas  han hecho su nido en los cortes de los cerros y a lo lejos en el cerrito de adelante, paralelo a la salida de la autopista a Cuautla, se puede apreciar el color amarillo de la iglesia del Pueblo.


Conforme nos vamos acercando, siento nuevamente la ansiedad de los meses anteriores al temblor, el ver las ruinas apuntaladas de la iglesia me deja sin palabras, es una sensación incómoda y que me altera.

Nos paramos justo detrás de la iglesia, a un ladito de los múltiples polines que intentan detener el adobe húmedo y frágil, donde hasta las ventanas habían decidido saltar y en ese justo momento también fueron aprisionadas para seguir formando la impresionante estructura.

Nos reciben "El Chapo" y Ximena, abrazan con mucho cariño a Itzel, mientras les damos los buenos dias a un grupo de hombres que construyen los cimientos de una barda otrora de adobe, ahora con piedras volcánicas y grandes; Xime me pregunta cómo me llamo y su abuelita nos da los buenos días.

Mientras terminamos de saludar, Xime le da la mano a Itzel y nos lleva con mucha emoción a ver a sus animalitos: Vacas, caballos, gatos... el "botijas" es una cruza de sabueso, flaco y amarillo, sepa a que le viene el nombre, permanece hechado entre el camino y los cimientos de la barda; hay un montón de leña junto al corral mientras un caballo está amarrado al árbol que se encuentra a un lado.

Acaricio al gato y escucho que tienen garrapatas... Xime y el Chapo nos dicen que nos metamos al corral (cosa que obviamente no hicimos), dónde aproximadamente hay unas 30 vacas con sus becerros y algunos toros, al vernos se dirigen al unísono a dónde estamos, cosa que nos extraña, sólo para descubrir unos minutos mas tarde, que era su hora de salir a pastar y se alejan libremente, sin apartarse unas de las otras.
Xime es una niña increíblemente vivaracha y el "Chapito" parece de mayor edad cuando hablas con él: ojos grandes y llenos de vida, bien listillo y bien despierto; le pregunto a la Abuelita porqué le dicen "Chapo" y me cuenta que antes de que temblara, por más bardas, trabas, puertas y cosas que le pusiera al niño para que no se saliera de la casa, cuando se daba cuenta ya se le había ido, tan famoso que pasan los vecinos y lo saludan como "Chapo" tengo tan mala memoria que se me olvida su nombre en un instante y me quedo con su Alias, le vuelvo a preguntar a Xime como se llama y me regaña como si me conociera de toda la vida "Ya te dije como me llamo, se enoja, Ximenaaaaaa!!!".

Esta familia (de la que nunca supe los apellidos) vive frente a la presidencia municipal, la cual todavía tiene los escombros de la iglesia invadiendo su espacio, además de cuarteaduras en su estructura con impresionantes "x", no me imagino la impresión del ruido y los escombros que les caían de la capilla mientras su misma casa, hecha de adobe, se les venía encima.
La abuelita nos ofrece un "taquito" de frijoles con un poquito de molito y agua para café mientras los chiquillos comen las golosinas que trajimos y juegan con los juguetes que les acabamos de entregar, Xime, se entretiene mucho con una barra de plastilina que también donaron...las cosas se arremolinan en un rincón hacia el interior de la vivienda, al final hay una cama, un ropero y una cortina que separa la estufa y la mesa para comer de ese espacio íntimo; en la parte de afuera de la casa, hay tambos en lugar de un tanque y una mesa en lugar de un lavadero, el agua que resbala de la mesa hace un charco que se convierte en un poco de lodo a falta de drenaje, eso sí, hay jabón antibacterial y agua limpia para asearse, y ropa enjabonada lista para ser enguajada, porque eso si, no hay pretextos para estar limpios.
El almuerzo estuvo delicioso,de ahí Itzel se va a buscar a los niños mientras nosotros nos quedamos en el rayo del sol a hacer unos pequeños aguinaldos con unas bolsas que trae Xime. Comienzan a llegar y comenzamos a repartir, Itzel regresa y me pregunta si ya heché un vistazo, pregunto si puedo pasar al interior del patio de la presidencia y los escombros de la iglesia marcan un límite impresionante y a la vez difuso con el patio de la presidencia.

Conforme me acerco, me sorprende increíblemente, que los pobladores se nieguen a tirarla, doy un paso para fotografíar lo más amplio posible la zona de desastre y me hundo en un pedazo de techo de barro cocido, se desbarata como pan, cruje y se desploma en el montículo de despojos, me sigo preguntando ¿cómo piensan salvar esa estructura? hay una pequeña lona tratando de cubrir lo que queda del "techo" si la dejan así, las lluvias que ya han comenzado darán paso a lo inevitable... aunque justo a un lado ya ha sido terminada la nueva capilla.
Escucho voces, y regreso a la realidad, ya hay concurrencia llevándose los juguetes y las golosinas, "la calor" está muy fuerte y en cuanto reciben su regalo desaparecen, ya quedan pocos juguetes pero todavía faltan algunos otros niños, ya ha pasado un buen rato y pronto tendremos que regresar, así que  mientras, pido permiso al tío de los niños para que me lleven a dar una vuelta en la cuadra, El Chapo también quiere ir, y aunque no parece hacerle mucha gracia al tío, les permite ir conmigo, otras personas pasan con niños y Xime me cuenta que ya habían pasado por juguetes y hay que tener cuidado que no haya "tramposos" pues  que para recibir doble, algunos van a su casa, se cambian y se ponen gorra o sombrero para que los voluntarios no se den cuenta (porqué somos así?).
Le pregunto al Chapito dónde estaba el día del temblor, me cuenta que estaba durmiendo cuando escuchó el "viento" del temblor, y que cuando despertó su mamá lo estaba sacando de la cama cuando le cayeron unas piedras en la espalda que la lastimaron, le pregunto si su mamá ya está bien y me contestan que si.

Xime me cuenta que estaba en la escuela, y que salió corriendo, que una vecina la agarró cuando iba pasando por la iglesia y que se zafó porque quería ver como estaba su familia, pero que cuando llegó a la esquina de su casa, todo estaba lleno de "Humadera" y su casa ya se había caído.

Ahora su casa tiene una pared de block, al igual que la casa que están construyendo en la esquina y hacia la parte que sube al cerro, donde no quedó nada en pie, nos detenemosde frente a la entrada de la iglesia y me cuentan que había gente en misa a esa hora, pero que nadie murió aunque hubo gente a la que le cayó el escombro.

Chapito me cuenta impresionado que una señora tenia "un agujero" en la cabeza. seguimos dando la vuelta a la cuadra y todavía se pueden apreciar restos de casas "provisionales" hechas con triplay, el camino de terracería marca las esquinas con casas de block, y aunque la parte dañada está cerro arriba, las secuelas de estrés postraumático en mi inconsciente le niegan la movilidad a mis piernas y la retornan a donde Itzel ya se encuentra recogiendo las bolsas vacías. 

Después de una asoleada no apta para mi piel de anciana, nos despedimos; hace muchísimo calor, le damos las gracias al tío del chapo y a los señores, hacemos entrega del material escolar para que las maestras les den un buen uso. Abrazo a Xime y al Chapo, aunque se resisten a pesar de la familiaridad que demostraban. El calor ya es demasiado intenso, saludamos al presidente municipal quién nos pide que dejemos a unos chicos que vienen desde Amozoc a construir casas.

El camino de regreso se me hace tan largo que llega un momento en que me desubico, no tengo noción de que comunidades pudieran estar después de Xochiteopan, sólo sé que estamos cerca de las faldas del volcán, los chicos bromean con nuestra edad cuando alcanzamos la combi que acostumbran tomar y nos piden bajar, hemos llegado al punto donde me reuní con Itzel, estoy demasiado acalorada solo para darme cuenta más tarde que tengo completamente quemada la piel. 

Me pregunto porque nos aferramos a las cosas, aún cuando son insalvables.
Los humanos somos complicados, pero haber conocido a Xime y el Chapo, fué una experiencia que me llena de alegría.