Asunción Pérez se llama, pero le dicen “Chon”, tiene 88 años
y se dedica a la venta de artesanías los fines de semana en el corredor
artesanal de la calle Constitución frente al Zócalo de Atlixco.
Actualmente reside en Atlixco, pero es originario de San
Felipe Tepemaxalco, (Que colinda con
Atzitzihucán, casi en la frontera con Morelos). “¿Conoce Usted, Tlapanalá?
Pregunta, pues más allá del ojo del carbón, mucho más allá, ahí está mi Pueblo.
Ya no trabajo la tierra
porque ya no estoy joven, cuando era joven si me dedicaba a eso, pero
allá no hay nada, solo sembraba de tempora, pero ya no me dedico a los trabajos
de fuerza, contesta, a eso ya se dedica mi familia, a la cual voy a visitar
cuando me mandan llamar – prosigue – entonces me voy y me quedo unos 15 o 10 días, entonces
regreso a Atlixco y me dedico a tallar.
Su puesto apenas está conformado por un par de artesanías y
unos guajes sobre un modesto plástico de color verde, - “Antes me dedicaba a la
venta de artesanías de diferentes tipos, pero la gente dejó de comprar, por eso
ahora me dedico a la talla de figuras de colorín y la venta de algunos guajes,
con esos llego a vender de lo más económico hasta 3 piezas en un día”.
Y es que aunque dice que lleva como 13 años dedicado a esto, en
realidad comenzó hace poco más de 20, vendiendo cacles (huaraches tejidos),
figuritas pintadas y sonajas en el portal hidalgo frente al zócalo, justo a un
lado de la paletería más famosa del centro.
Con las remodelaciones que sufrieron los negocios que se
encontraban ahí, como el icónico “Puerto de Veracruz de la familia Ponce” o la
desaparición de las viviendas del interior de la ex casa del “Marqués de Santa
Martha” para dar paso a un hotel de lujo, don Chon tuvo que cambiar su lugar de
venta para encontrar uno entre los artesanos del corredor constitución, donde
se coloca sábados y domingos entre las 10 de la mañana y las 8 de la noche,
hora en la que se retira al cuarto que está rentando, “ahí de la rotonda”.
Al preguntarle a que se dedica el resto de la semana, comenta
que se dirige a Castillotla, ubicada al sur de la ciudad, donde compra ramas de
colorín, que son la materia prima para tallar sus artesanías, las deja orear y
comienza la talla.
También hace artesanías en espina de pochote, que son las
más pequeñas y módicas de precio - $50 pesos – o la venta de guajes, que “nómas
son pa lujo” dice, a veces les pongo piedritas para que suenen como sonajas, de
ahí, siguen las águilas, en $150 pesos y luego los esqueletos articulados en
$200, ya de ahí tiene dos máscaras de diablo con cuernos reales y de esas es “raro
que las venda seguido porque cuestan $300 pesos”, afirma.
Lo único que ya le falla un poco es el oído, pero con su
navaja el da forma y estilo a sus productos; muchos ya quisieran llegar por
propio pie y lúcidos a su edad, pero él, mientras no lo mande llamar su familia
o se encuentre enfermo, asiste a vender sus artesanías los fines de semana,
aunque a veces puede irse un poco más temprano o llegar un poco más tarde.
Un trabajo digno, que lo hace sentirse útil a su edad y que
merece ser admirado y apoyado con la compra de algún producto sin regateo por
parte de quien se acerque con la finalidad de ayudarle a subsistir, y que sin
embargo forma parte de los personajes de la cotidianeidad de la ciudad que se
vuelven invisibles a nuestros indiferentes ojos.




Saludos estimada Mami She potles, este es un hermoso reportaje de nuestro querido Don Chon.
ResponderEliminarGracias, que bueno que fue de tu agrado.
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