jueves, 18 de junio de 2020

Av. México 101, 1937.



Foto Aérea de Coyoacán. Colección Villasana Torres. 1928

Mi abuela me contó algún tiempo antes de morir, que su madre había huido de Francia durante la primera guerra mundial a México, que cuando era muy pequeña falleció de un ataque al corazón y quedo sola con su padre.

Nemesio, su papá, era adicto al juego, y llegó a perder hasta propiedades apostando. Simón era su hermano y ambos eran comerciantes en el mercado de la Merced.

Nemesio vivía en la parte de arriba de las bodegas, no podía estar solo y al poco tiempo se casó nuevamente con una mujer de procedencia centroamericana; esta mujer no aceptó a mi abuela, y al tener ella unos 4 o 5 años fué maltratada  con golpes en incluso encadenada a la pata de la mesa cuando la señora se iba a la calle, así se podía quedar toda la mañana hasta que la señora regresara, sin probar alimento y con el movimiento limitado.

Un día, Nemesio regresó temprano y la encontró ahí, entonces su hermano, quien estaba casado y ya tenía hijos, se la pidió a Nemesio prometiéndole que la trataría como si fuera como suya.

Para aquel entonces mi abuela ya tenia 7 años y aún no había sido registrada así que no hubo mayor problema que pagar a multa que se imponia en esa época por no registrar a tiempo, y llegó a la casa ubicada en la Avenida México 101 de Coyoacán, y tan solo cruzar la puerta de aquel lugar, en automático se ganó 14 hermanos.

Domingo era de su edad, y debido a eso hicieron un lazo muy estrecho, pues él y los que nacieron después fueron cuidados por mi abuela.

La bisabuela Esperanza, era de ascendencia francesa, y mi abuela siempre se refirió a ella como "mi mamá”.

Muchas cosas más me contó  abuela, quedaron grabadas en una cinta que hace unos días encontré, maltrecha y rota por los cambios que supuso el sismo de 19S2017 en mi casa y que anduvo de caja en caja hasta que la volví a encontrar.

La idea inicial de dicha entrevista, era precisamente hacer una biografía de mi abuela, así que me senté frente a ella esa tarde en su cocina, con una grabadora de reportero prestada y diciéndole: cuéntamelo todo que lo voy a escribir y así comenzó su historia: Juro que al ver su semblante odié a esa mujer que la encadenaba pero también me imaginé a Nemesio adicto al juego con la gente de la Merced, sin importarle la vida y los tratos que recibiera mi abuela. Esa tarde terminé conociendo más de los orígenes de mi familia, y ahora que lo pienso, seguramente mi abuela terminó con sentimientos encontrados.

Han pasado 8 años desde que murió  mi abuela, tal vez la desidia, o tal vez que faltaban muchas cosas por descubrir limitaron la escritura de esa biografía, mi abuela siempre pensaba en su hermano Domingo, ahora que estoy escribiendo esto, me queda claro que le tenía mucho cariño.

Tomo el teléfono, y marco, entonces el tío me rafaguea con tantos datos, que me siento mareada y a la vez emocionada.

Federico Domingo Hidalgo Richart, nació el 2 de marzo de 1930, fue el sexto de 12 hijos, hijo del segundo matrimonio de Simón Hidalgo.

En un inicio, el abuelo Simón, al igual que Nemesio, vive en la parte alta de las bodegas del mercado la Merced en la ciudad de México, se dedicaba a la distribución de frutas, mismas compraba y vendía en todo lo largo y ancho del territorio nacional.

En esa bodega nacen los hermanos más grandes de su matrimonio con Esperanza: Simón y Armando, y después de esto, decide comprar una casa en Coyoacán, practicamente a las afueras de la ciudad, sobre la Avenida México, colindando con las calles de Berlín y Viena.

Ya establecidos en Coyoacán,  se presenta la madre de los primeros 8 hijos de su primer matrimonio, quien los entrega a Simón. Esperanza también los acoge mientras la familia sigue creciendo. Aunque el trato siempre fué igual para todos, cuenta que los mayores se vieron afectados al cambio de familia.

Domingo me cuenta que Nemesio se había casado con una doctora, con la cual no tuvo hijos, y que durante un parto que ella atiende, la madre fallece y deja una niña huérfana, la doctora decide llevársela a su casa pero tristemente fallece a los 3 o 4 años de haberla adoptado, entonces Nemesio se vuelve a casar con una mujer centroamericana, la cual quería a la pequeña.

Simón al ver el trato que le dan a Victoria, le ofrece a Nemesio llevársela, Nemesio se la da de inmediato y sigue con su vida.

Simón la registra como propia en 1937, al no saber en que día había nacido, deciden hacer una rifa en la familia para determinar el día de su cumpleaños, así que en el sorteo, sale el 8 de marzo de 1930, y asi queda establecido en el acta de nacimiento.

“Nunca vimos una diferencia” me recalca, y es que el abuelo simón siempre tenia espacio en su casa y en su corazón para más hijos.

En la casa de Coyoacán, mi abuela se convertiría en Toya, sin embargo, la familia todavía no estaba completa: llegaría una tercera mujer a entregar los hijos a Simón de igual manera que la primera, y en aquella casa se integrarían un total de 24 hermanos, más mi abuela (25 hijos en total).

Y es que el problema del abuelo Simón, al parecer eran las mujeres.

El comerciar con frutas suponía tener que mantenerlas refrigeradas en furgones en el mercado de la Merced, debido a esto, Simón comienza a padecer de los pulmones, al pasar el tiempo se le agrava el problema, pero gusta del campo y de las tierras, es por eso que decide darle las bodegas de la Merced a los hermanos Mayores del primer matrimonio y se va un tiempo corto a una huerta en San Jerónimo, por medio de uno de sus consuegros, es invitado a Atlixco a conocer la Hacienda de Tenextepec, allá por el año de 1950, tanto le gusta Atlixco a Simón que se instala en unos departamentos de la calle 5 sur y se trae a esposa e hijos mas jóvenes a vivir para dedicarse a la venta de flores y frutas en esta región.

La casa de Avenida México es vendida, y desde este momento, comenzaría la vida de mi abuela en este terruño, la cual es parte de otra historia.

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