La vida es una perra, y la odio.
Pido perdón por esta introducción; pero siempre es una culera, que nos hace creer que alcanzar nuestros sueños se basa en decretitos cursis y un chingo de optimismo.
Naaaaa, cuando crees que tienes algo que quieres, por superfluo e insignificante que sea te va a pasar una factura, que bien podría definirse como la tercera ley de Newton pero aplicada a la vida.
Hoy es un día triste para mi: hace 7 años falleció mi abuela, fué una persona con la que conviví toda mi infancia y mi adolescencia, cuando murió mi abuelo, después de un tiempo en el que me daba miedo entrar a su cuarto, comencé a compartir con ella las tardes y las noches, para que no se sintiera sola, o tal vez, para que ambas no lo extrañáramos.
Así pasaron muchos años, crecí y por diversos motivos la convivencia se fué distanciando un poco, pero siempre era grato regresar a su casa, dónde me ofrecía una taza de leche en polvo con café o chocolate y galletas Marias o de animalitos para sopear, y era curioso porque cuando era niña, la leche en polvo tenía un sabor tan "aguado" para mi, que realmente no me agradaba, sin embargo al crecer, ese sabor se transformó en nostalgia, en el sabor de un lugar en el que siempre me sentía bienvenida al regresar.
En mi alocada adolescencia musical, mi sueño era ir a un concierto, en aquel entonces, que una banda o artista internacional visitara el país podía ser cosa de esperar años; al menos a 4 o 5 horas de viaje y muy peligroso (siendo mujer y joven) tanto asistir como conseguir el permiso al tratarse de eventos nocturnos.
Ahorré mucho tiempo, con la esperanza de que mis bandas favoritas vinieran a México, hasta que un día perdí la esperanza, porque no tenía permiso, y porqué después de unos años perdí la emocíon.
El ciclo de la vida siguió: me casé, tuve hijos, pasé los 30... y por azares del destino, un mes de octubre, ya tenía los boletos para el concierto de U2, mi esposo, que detesta salir, las aglomeraciones, el ruido y permanecer estático por horas, me dijo que me acompañaría, cosa que me emocionó muchísimo. Los boletos llegarían hasta las últimas semanas de abril o las primera de mayo, el concierto era un 14 de mayo, me moria de los nervios.
Pasaron los meses, y prácticamente me había olvidado del asunto, en marzo fué el cumpleaños de mi abuela y la invité a comer, ya tenia un buen rato que no convivíamos, no conocía el lugar, le pedí a la gerente que nos enseñara las instalaciones, pedimos una cerveza, y cuando entró un trío a amenizar el lugar, una amiga que llegó a saludarnos y yo, hicimos una vaquita para que le cantaran " las mañanitas" y su canción favorita "Perfume de Gardenias", tuvimos que insistirle mucho para que nos cantara, porque no ajustábamos el presupuesto para las 5 de rigor, pero como le comenté que era su cumpleaños, aceptó.
La pasamos bien y después llegó el 10 de mayo, por alguna razón, estaba inquieta y tenía muchas ganas de verla, le pedí a mi papá que nos llevara a visitarla, llegamos y me dijo que no tenía ninguna foto con todos sus nietos, mi sobrino dormía y mi prima lo cuidaba, asi que la foto de la familia no salió completa, solamente mi papá, mis hijos y mi abuela, yo tomé la foto, así que ya no salí con ella.
Es curioso como uno presiente las cosas, cuando mi mamá le dió su regalo de 10 de mayo, suspiró, lo miró detenidamente con tristeza y dijo: "no me gusta y no me queda". Así que mi mamá quedó en cambiárselo y que regresaríamos a dárselo, cuando nos comenzamos a despedir, le pedí que fuera a desayunar a mi casa al día siguiente, se quedó muy pensativa, como si alguien le hablara al oído y me dijo nuevamente con la mirada triste que no, le pregunté porqué y se volvió a quedar callada y pensativa: "porque no" me dijo, "tengo algo que hacer".
Cuando íbamos a subirnos al coche de mi papá, y despúes de tomarle la última foto que tengo de ella, me abrazó fuerte, cosa que me extraño y me dijo: "te quiero mucho" y yo, estúpidamente, solo pude responder: "nos vemos la próxima semana para que te lleve al cine". Hubiera sido tan fácil devolverle el abrazo y decirle que yo también la quería mucho....
Al otro día, por alguna razón, mi esposo habia salido, eran las 8 y tantos de la mañana, estaba sola en casa y sonó el teléfono, descolgué y escuché una voz desconfigurada, entrecortada y que tartamuedeaba: "hija, eres tú, habla tu tía (vecina de mi abuela), mira, no podemos localizar a ninguno de tus tios ni a tu papá, pero tu abuela está tirada en la puerta de su casa, tiene medio cuerpo en la terraza y no se mueve, un trabajador del terreno de enfrente la vió y no quiso acercarse pero parece que está muerta"...
¿Tienen idea de lo que sentí en ese momento? lo único que se me ocurrió preguntar fué ¿Estás segura?, y le pedí que por favor se cerciorada, porque estaba ahí, sola y tirada y no se podía localizar a nadie, ¿cómo voy a decirle a mis tíos que está muerta, peor aún, a mi papá? tal vez, era un error, "déjame ver a quién localizo" contesté, mientras la respiración me faltaba, y las fuerzas me abandonaban, eso no podía estar pasando, marqué como pude y nadie contestaba, mi papá fué el primero que tomó la llamada, "Mi abuela se cayó" balbucee, "alguien tiene que ir a verla pero nadie contesta" le dije y no imagino cómo manejó para llegar lo antes posible.
Después pude comunicarme con mis tíos, y mi esposo me encontró pálida y catatónica, estaba muy consciente que si hubiera agarrado el volante, me hubiera estrellado en un segundo.
Lo que siguió fueron momentos de negación, de shock, de no estar consciente de lo que estaba sucediendo, de ir y venir, de ver su ataúd mientras mi sobrino de brazos, hacía ssshhhh con sus manitas y nos pedía que nos calláramos porque la abuela estaba durmiendo.
En algún momento recordé que existían los boletos, y que tenía que perderlos o tomarlos, aunque estuviera de duelo, la premura ya no daba para venderlos, al menos no tenía cabeza, y ese mismo día del concierto, un par de horas antes de irnos, estaba pegada a unos cables para que el cardiólogo determinara que solamente tenía una taquicardia provocada por el estrés, aunque en realidad, yo sé, que ese día, mi corazón se rompió, lo sé bien, fué el primer pensamiento que me vino a la mente, cuando cai en la cuenta que mi abuela había muerto y que jamás volvería a verla.
Con todo y corazón roto, mi esposo aguanto el viaje, tomó mi mano, se formó en una cola interminable de gente, depositó su cinturón en un bote de basura, caminó por las rampas del estadio preguntándome si me sentía bien, comió unos tacos sudados horribles y caros, aguantó vara sentado horas en un lugar dónde despúes de que hizo un sol espantoso nos llovió y que además, cuando intenté levantarme, mis pies se habian literalmente adherido al cemento por (quiero pensar) cerveza o refresco. y despúes de mucho tiempo, comenzó el concierto: Snow Patrol abría, en momentos me llegaba la emoción.
Luego vino U2 y la gente explotó, gritó y se volvió loca, y de repente, en un momento como de guión de película, me senté en mi lugar mientras todos estaban de pie y tomé un gran pedazo de aliento, me sentí tan cansada, que no podía ni cantar una de mis canciones favoritas, miré a la multitud en cámara lenta, y sentí cómo la tristeza me aplastaba, en ese momento, mi esposo se percató de lo que sucedía y se sentó a mi lado y me preguntó si me sentía bien, "sólo estoy cansada" le dije. y me incorporé para terminar la noche.
Miro la playera que compre de recuerdo, representa dos cosas opuestas: el anhelo de juventud y la tristeza de la pérdida; decidí dejar de usarla, porque si se rompe, siento que el recuerdo de mi abuela está plasmado ahí.
Cumplir ese sueño tuvo un sabor agridulce, lo único que me demostró, es que las cosas se vuelven superfluas y sin importancia, ese anhelo fué aplastado cual mosquito, intrascendente ante a pérdida de un ser amado.
Bien dicen que la vida es perra y le encanta hacerte llorar.